Proceso relacional con el Thaxu
Un día me llamaron para conocer a Bello Monte a activar cuidados, el llamado estaba cargado de sentimientos de alerta y enojo por los movimientos de tierra que afectaban el cerro. También estaba la intención de lograr que el área sea protegida, pero estaba todo muy lejos de eso.
A mí que me gustan los cerros, decidí acudir al llamado y acercarme a conocerlo paulatinamente, empezar una relación.
Bello Monte está lleno de vida, danzan las aves a su alrededor, este cerro se encuentra en el municipio de Mecapaca y colinda con la urbanización Bello Monte y La Lorera.
El estar en Bello Monte me llevó a conocer al denominado árbol del amor, el Tacku y Yura tacku conocido por los quechuas, los guaraníes le llaman morotí, los qom lo conocen como mapic y los aymaras como Taxhu, denominado en la colonia como algarrobo, las leyendas amerindias hablan mundos de relación sagrados con el Tacku.
En el caminar de Bello Monte me llevaron a un sector donde estaban los tackus, los wachumas, varias especies de cactus nativos, el warijo y muchos pájaros, en especial vi a los loritos cordilleranos, colindante a la Urbanización La Lorera. Un lugar muy pedregoso de relieves indescriptibles.
La presencia de la vida allí era algo nuevo para mí, un aspecto nuevo de la formación La Paz y sus valles, pasar mis tiempos meditativos, hablar con el algarrobo encontrar un lugarcito para sentarme sin pincharme, en un sustrato tan atravesado por la convicción de las raíces del algarrobo, los wachumas y diversas especies de cactus, combinado con los frutos que se encontraban en el piso, hacían que mi paso por el sitio, sea meticuloso, inestable, contorneante y tan feliz.
Las relaciones que en ese sitio tienen el algarrobo y el wachuma, son fascinantes. Vi wachumas tejidas con algarrobos, y pájaros volar en medio de esos tejidos sin rozarse con una sola espina.
Los Taxhus tienen un atractivo para los pájaros, que no se puede pasar por alto, esto es por sus semillas y su follaje.
Conocer a Bello Monte por medio del Taxhu ha sido un gran regalo sanador. Para mí el Taxhu es el árbol del amor, que para mi propio proceso es a aprender a amar mi camino sonoro materno, como paso inicial para sanar y activar cuidados con coherencia.
Es difícil dar lo que no se tiene, las reflexiones a la sombra de su follaje son inconmesurables, de grandes revelaciones que no alcanzan a ser descritas, pasar tiempo con mi hijo cobijados en su follaje, jugar con las hojas secas de rededor que hablan el lenguaje del árbol, cantar, llorar, rezar, meditar, escuchar, leer textos reveladores, escuchar el canto de los pájaros. Son algunas de las vivencias que pasé en ese sitio.
Un camino de encuentro a mí misma y presentarme a Bello Monte y a la presencia del Taxhu desde mi propia fragilidad ha alimentado mi camino sonoro materno y mi servicio al hábitat nativo, sanando mis heridas y reactivando cuidados desde un lugar más coherente y franco.